lunes, 1 de marzo de 2010

El hombre que comía demasiada sobrasada

En esta nuestra comunidad autónoma, nos gobierna con puño de hierro desde hace lustros un curioso individuo llamado Sin Labios. Me he expresado mal, Sin Labios no es en absoluto un sujeto curioso, en realidad es más simple que el mecanismo del botijo, lo realmente curioso y sorprendente es que lleve en el poder tantísimo tiempo y continúe obteniendo registros de mayoría absoluta en todas y cada una de las elecciones que se van sucediendo.

La lista de tropelías, estupideces, gansadas y delitos cometidos por Sin Labios y sus colaboradores tiende al infinito como una función logarítmica. Aquí hemos visto consejeros esposados por la policía, sentencias judiciales variadas contra ayuntamientos y comunidad, destrucción compulsiva de espacios naturales y costas, más sentencias judiciales, alcaldes encarcelados, mafiosos con fincas asombrosas…

La inteligencia, como les digo, no se encuentra entre las innumerables gracias que adornan a Sin Labios. Consecuentemente se ha rodeado de un disparatado equipo de completos inútiles y algunos ladrones. Les puede parecer una exageración, pero les aseguro que Sin Labios es un completo cretino. Así nos van las cosas.

Hay que reconocerle algunos méritos, como tener una voz de locutor deportivo, lo que provoca que cuando Sin Labios suelta alguno de sus inopinados disparates, la peña crea haber escuchado “Amancio pasa a Pirri y Pirri marca un gol”, tras lo cual gritan exultantes de alegría coreando el nombre de nuestro Presidente.

Sin Labios es campechano como ninguno, come morcillas como el que más el día del bando vestido de huertano. Tiene una sonrisa bobalicona que saca a relucir a la menor ocasión, ya sea por que se acerca un niño o saluda al Rey de España. Sin Labios se entristece cuando pierde el Real Murcia, y se alegra cuando luce el sol. Sin Labios va a misa los domingos. Sin Labios no se cree que el litoral murciano esté hecho un asco, será por que veranea en el alicantino. Sin labios quiere a todos los murcianos como si fueran hijos suyos, Sin Labios es una buena persona. Pero Sin Labios es imbécil, y eso que es muy peligroso cuando se le da un pito y una gorra, imagínense como será de peligroso cuando maneja verdadero poder.

Sin Labios tiene la costumbre de arreglar los agujeros con socavones, permite que los problemas se conviertan en verdaderamente irresolubles para no tener que solucionarlos. Sin Labios además tiene por costumbre presentar lo que hacen los demás como si lo hubiese realizado él, por el simple hecho de encontrarse en sus dominios. A Sin Labios le encanta jorobar al delegado del gobierno e inaugura obras del gobierno central como si las hubiese pagado él de su bolsillo.


Otro de los méritos de Sin Labios es haber convencido a la gente de que nos quieren robar el agua que indudablemente nos corresponde y ha conseguido crear un verdadero estado de pánico y crispación respecto al tema. Sin Labios en un devoto del refranero y sabe que le beneficia el río revuelto. Así, le beneficia la estúpida y sin fundamento guerra del agua, le benefició la inesperada victoria de Zapatero tras los atentados de Madrid e incluso le beneficia el impagable espectáculo de su partido en Valencia y Madrid. Sin Labios cuando le preguntan sobre nuestros vecinos del norte, responde cualquier felonía, pero con su voz de locutor deportivo parece decir: “en Mestalla pierden cuatro a cero, y ahí siguen el entrenador y la niña de los bolsos”.

Y, claro, ustedes se preguntarán, - ¿cómo es posible que siendo tan tonto, lleve la friolera de quince años en el poder y nadie se haya dado cuenta? -. A eso vamos, hay varias razones que provocan que este sujeto se mantenga en la poltrona sin sobresaltos.

Dijo Einstein que solamente hay dos cosas infinitas, la estupidez humana y el universo, pero de lo segundo nunca estuvo totalmente seguro. No existen razones de peso que nos hagan pensar que la inteligencia media de la sociedad murciana difiera en mucho de la del resto de la humanidad. Así que hay que achacarnos a los murcianos la parte alícuota de responsabilidad que nos corresponde.

Pero, una vez aceptada nuestra parte solidaria de culpa, creo que el principal responsable de la permanencia de Sin Labios en nuestro palacio es el personaje al que va dedicado este post.

El Hombre que Come Demasiada Sobrasada, no es tonto, o al menos yo no lo tengo por tal, es un terrible pelmazo, es muy pesado, más que el papa Benedicto cantando canciones de Leonard Cohen. Pero esto, siendo desagradable, no es un problema grave. El número de pelmas que hacen carrera política es infinito, no son necesarios ejemplos.

El principal problema del Hombre que Come Demasiada Sobrasada es que no es simpático, es más, el Hombre que Come Demasiada Sobrasada es muy antipático. Además él no lo sabe. Lo que empeora mucho la situación.

El Hombre que Come Demasiada Sobrasada es insufrible, y lo peor es que se cree gracioso y ocurrente. Es un hombrecillo enjuto, Dios sabrá dónde mete la cantidad de sobrasada que trasiega, y como es un antipático de tomo y lomo, Sin Labios se aprovecha. Porque Sin Labios es tonto, pero no gilipollas. Cuando El Hombre que Come demasiada Sobrasada profiere uno de sus  chascarrillos, más que ridiculizar a Sin Labios, le da pie a que le responda con la voz del mismísimo Manolo Lama, “ ¡¡¡ A la calle, expulsado por pesao!!!!”. Y la peña se descojona, claro. Y así un día tras otro.

Si a ustedes les dan a elegir como presidente de su comunidad de vecinos entre Cristiano Ronaldo, tan rico, chulo y prepotente, o Ramón García, tan entrañable, familiar y tontorrón. ¿Cuál elegirían?.
 Yo también.
Además, si nos aburrimos podemos jugar a la vaca penalti en el descansillo de la escalera.

No me extraña en absoluto que el tercero en discordia se diera a la bebida.

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