lunes, 29 de marzo de 2010

"No me gusta que a los toros te pongas la minifarda" (Manolo Escobar)


Estados Unidos, 1919, un grupo de señoras con cara de malas pulgas abogan por la prohibición del alcohol enarbolando una pancarta con el siguiente mensaje: “AQUELLOS LABIOS QUE PRUEBEN EL ALCOHOL NO PROBARÁN LOS NUESTROS”. Después de ver el palmito de las manifestantes cuesta creer que tuviesen éxito en su reclamación, salvo que proveyeran a sus maridos de alguna otra sustancia de efectos más poderosos que el bourbon. Sospecho que muchos de sus maridos se darían a la bebida alegres sin considerar las consecuencias de su acción.

A mí no me gustan los toros. Ni mucho ni nada. No los aguanto y me parecen desagradables. Los únicos toreros que me caen simpáticos son los muertos, los del agüita amarilla, digo. Los demás son unos pelmazos del marujeo. Por supuesto no considero arte el toreo, ni mucho menos a los toreros artistas, ni a las folclóricas con las que se casan, pero eso es otra historia. Antes de asistir a una corrida de toros me encontrarán ustedes comiéndome un plato de coliflor hervida.

En resumen, consideraría un síntoma de madurez de la sociedad española que por su propia voluntad dejase de asistir a ese espectáculo desagradable y lamentable. Como considero un síntoma de madurez que la mayor parte de la sociedad española le divierta descojonarse de Aznar cada vez que se suelta la melena. También sería un síntoma de madurez de la sociedad española abofetear al cantante de Revólver cuando nos lo crucemos por la calle, pero no creo que lleguemos a tanta evolución social.

El toro bravo no es una especie animal en sí misma, ni siquiera es una raza de toro. El toro bravo es el macho de nuestra querida vaca doméstica Bos Taurus. La vaca de la que sale la leche y de la leche sale el queso y del queso los quesitos que tanto nos gustan. Por lo tanto tampoco es un toro salvaje. Los toros salvajes se llaman búfalos, y si ustedes colocan al Cordobés delante de un búfalo, pueden imaginar dónde acabarían el torero, el capote, el sombrerito, la coleta y el culito apretado.

Los toros bravos por lo tanto son animales domésticos. No son de raza pura, son producto del mestizaje entre diferentes razas de vacas algo así como los perros callejeros. Se seleccionan los individuos más agresivos, como los perros callejeros asilvestrados. La selección la llaman tienta, por cierto. Y de esa manera tenemos quinientos kilos de torito doméstico arisco que podemos enfurecer con cierta facilidad.

No me gustan las organizaciones secretas, no me gustan las organizaciones opacas, no me gusta el Opus Dei en particular, no me gusta en general la Iglesia católica, no me gusta la tesorería de los partidos políticos en general y la del PP en particular. Y no me gusta el mundillo que rodea a los toros por la misma razón. Nunca se ha podido hacer un reportaje claro y transparente de lo que pasa con los toros desde que los sacan de la dehesa hasta cuando salen a la plaza. Y me gustaría saberlo. Me gustaría saber porqué cuando sale de la dehesa el toro está tranquilo y cuando salta a la plaza está terriblemente excitado y asustado. Por lo que me cuentan, creo que es mejor que no lo sepamos ni ustedes ni yo.

Uno de los pocos españoles que merecen que guardemos silencio y escuchemos cuando habla, Fernando Savater, se ha pronunciado en contra de la prohibición de la mal llamada fiesta nacional. La fiesta nacional, que yo sepa, es irnos de cañas. Yo, que con ser del atleti tengo agotada mi cuota de originalidad, suscribo su postura y luego me voy de cañas a celebrarlo.

Tengo el convencimiento, como muchos otros, de que prohibiciones, cuantas menos, mejor. Pero también veo que en este país de sibilina inteligencia, o se prohíben algunas cosas o cualquier cenutrio de los que nos acompañan en nuestro diario sinvivir nos come a bocados. Por ello veo bien que se prohíba el fumeteo en lugares públicos, puesto que aunque hay un porcentaje elevado de fumadores muy educados y corteses, hay otros muchos que son capaces de fumarse la alfombra en un hospital de tuberculosos lleno de niños en el caso de que estuviese permitido.

También sería necesario regular los ruidos de forma efectiva y para todos. Incluidos los ayuntamientos, los cañonazos del día de las fuerzas armadas y los coches que anuncian muertos en mi pueblo. Y se debe prohibir hacer caca y pipí en mi portería cuando los hijos del vecino llegan chuzos como lechuzos. También soy de la opinión de prohibir el raeggetón y los dúos con un cantante latino por medio, pero eso lo considero ya excesivo para el aguante de nuestra España.

También se debería prohibir a Sin Labios y a la Niña de los Calcetines hablar sobre los toros, pero es superior a sus fuerzas. Politizar los toros es lo que nos faltaba. Hay tontos y tontos. Lo de estos dos no tiene precio.

Pero los toros simplemente creo que deben dejarse como están. Se debería exigir más transparencia y evitar su difusión televisiva en horario diferente al de las películas porno. Y ya está. Supongo que con eso sería bastante para que unos años la gente pierda el interés por los toros. Igual se enganchan al porno duro, pero eso sería un mal menor.

4 comentarios:

  1. respeto tu comentario ami tampoco me gusta que los maten pero esoes la fiesta.muchas familias dependen economicamente de ese toro. ofreceles alternativas no solo los critiques . yo no puedo.se te olvida ver al resto del mundo y ver a la cantidad de animales que se sacrifican para consumo humano en condiciones demas terribles. al toro de lidia porlo menos le hacen una fiesta.

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  2. Cómo puede ser una fiesta matar a un animal?, también lo sería matar a una persona?. Hay mucha gente que vive en la pobreza, y no por ello se alimentan de la muerte. No trate de justificar lo macabro de tal práctica. Y si bien es cierto que se sacrifican animales por montones, en condiciones tremendas y que son para consumo, pues esta práctica es peor que ello, porque es por pura diversión, solo eso. Ojalá te hagan una fiesta parecida cuando te maten.

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  3. jajaja un toro un animal doméstico, jajaja quiero ver que lo tengas como perrito

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  4. Cuando me digan que son vegetarianos hablamos, mientras tanto se me hace absurdo hablar del tema. ¿Han visitado un rastro? Si su respuesta es no, cuando vayan y se den cuenta platicamos con mucho gusto.

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