martes, 12 de julio de 2011

Estúpidos

Antes de nada, es imprescindible definir de manera concreta la estupidez, para ello recurriremos al gran Carlo María Cipolla. Cipolla fue, y me van a permitir la contradicción intrínseca de esta definición, un economista brillante. Son famosos sus estudios sobre la superpoblación, pero sobre todo, se dedicó a profundizar en la estupidez humana.

“Tengo la firme convicción, avalada por años de observación y experimentación, de que los hombres no son iguales, de que algunos son estúpidos y otros no lo son.”
Carlo Cipolla

LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ESTUPIDEZ HUMANA (CARLO CIPOLLA):

• La Primera Ley Fundamental: " Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo". 

• La Segunda Ley Fundamental: " La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona". 

• La Tercera Ley Fundamental: " Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio". 

• La Cuarta Ley Fundamental: " Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error". 

• La Quinta Ley Fundamental: " La persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que existe. El estúpido es más peligroso que el malvado".

De este modo se obtienen cuatro tipos de personas:
1. Inteligentes, (Benefician a los demás y a sí mismos)
2. Incautos, (Benefician a los demás y se perjudican a sí mismos)
3. Malvados, (Perjudican a los demás y se benefician a sí mismos)
4. Estúpidos, (Perjudican a los demás y a sí mismos)

Sobre los estúpidos se ha escrito mucho, solo tenemos que abrir un periódico cualquier día para darnos cuenta la inmensa cantidad de estúpidos que opinan sobre lo que hacen y dicen otros individuos incontrovertiblemente estúpidos también.
Todos hemos cometido alguna estupidez en nuestra vida, por lo que tendemos a ser indulgentes con aquellos que meten la pata ocasionalmente. Un verdadero estúpido es recurrente, comete una estupidez tras otra. Pero lo que realmente está captando mi atención últimamente es la inmensa cantidad de estúpidos que aún cuando se les explica el error que han cometido, se empecinan en él. Además lo hacen de buena fe, lo que es aún más humillante para aquellos que sufrimos sus dislates. Y lo que es verdaderamente sangrante, insisten en su error una y otra vez, a la par que nos intentan convencer de que lo que es blanco, en realidad es negro, de que aunque no podamos verlo, son ellos los que están en la senda correcta. Este grupo de verdaderos imbéciles suelen ser personas con cultura y posición preeminentes lo que les convierte en una temible plaga para la sociedad en general.

Todos recordamos, y aún seguimos oyendo en ocasiones, a Aznar asegurando que los responsables del terrorífico atentado del metro de Madrid no se esconden en lejanas montañas, incluso hay un elenco de periodistas y autoridades del mundo de la cultura que han hecho de esto una cruzada de majaderos persiguiendo la verdad que nunca existió pero que a ellos les hubiese gustado que sucediese.

Todavía pone los pelos de punta escuchar a Bush (hijo) afirmar sin rubor y con pleno convencimiento que el régimen de Sadam Hussein, al que anteriormente los propios Estados Unidos ayudaron a encumbrarse en el poder, escondía armas de destrucción masiva. No contento, afirmó que el propio Dios se le apareció en sueños para ordenarle que invadiese Irak. Calculen las vidas que costó semejante estupidez.

Otros estúpidos, contentos de si mismos y de serlo, provocan ternura por su candor, y el daño que provocan a los demás es únicamente intelectual. He ahí al reputado literato Juan Manuel de Prada defendiendo sin rubor alguno el creacionismo, y de paso mandando al carajo uno de los pilares de la ciencia actual, la Teoría de la Evolución. Resulta irritante repasar los argumentos del orondo escritor, por lo que se deduce, piensa, e insiste en convencernos, que las pinturas rupestres las realizaron seres de otra especie diferente a la nuestra. Hay que ser cretino.

No debemos obviar de esta lista de reputados estúpidos a los últimos pontífices, que no contentos con creer, y pretender que creamos, que son los verdaderos representantes de Dios en la tierra y que por tanto Dios habla a través de ellos, se dedican a pregonar disparatadas consignas. Como la prohibición del uso del condón. Calculen también cuántas vidas ha costado esta estupidez.

Otros entes que podemos calificar de intrínsecamente estúpidos son las compañías telefónicas, yo personalmente recibo varias llamadas semanales de la compañía con la que tengo contratada mi línea de teléfono para que cambie de operador y contrate con ellos. Asombroso. No puedo dejar de pensar en esos desdichados que un buen día reciben una factura de varios miles de euros por realizar seis mil llamadas en el mismo minuto a las islas Feroe.


De nuestros estúpidos cotidianos, es mejor no extenderse, porque siento verdadero pánico al escuchar a Zapatero o a Rajoy hablar de economía. Todo, absolutamente todo, lo que dicen está errado. Se apoyan en premisas torticeras e interesadas. Recuerden los nueve mil millones de euros tirados a la basura por Zapatero como el gran plan para eludir la crisis. O los maquiavélicos planes de privatizar la sanidad o la Renfe de Rajoy. Para echarse a temblar.

No sé qué podremos hacer en las próximas elecciones, se presente Rubalcaba, o se presente Esperanza Aguirre, son los mismos perros con diferente collar. Porque ya no se trata de elegir entre un tonto y un malvado, sino entre dos genuinos y verdaderos estúpidos, rodeados de una caterva de imbéciles.

sábado, 18 de septiembre de 2010

El escudo del Atleti grabado en el corazón

Era un niño normal, de seis años. Un poco más travieso de lo corriente, pero también un poco más serio y reservado de lo normal. También era valiente.
Un día de primavera del año 71 aprovechando una reunión familiar anunció a todos su condición de atlético. Su familia materna era madridista y la paterna barcelonista hasta las trancas. El silencio se pudo cortar en aquella comida familiar. Lo rompió como siempre el gordo de su hermano pequeño: “pues yo soy del Barça, como mi papá”.
Solamente su padre lo miró con un brillo raro en los ojos, el niño siempre creyó que era orgullo lo que vio aquel día en los ojos de su padre. Orgullo por la rebeldía.
Unos años más tarde, en mayo del 74, un alemán con demasiadas consonantes en su nombre para que un cristiano pudiese pronunciarlo, marcó un gol a un portero con problemas de alopecia que estaba haciendo el ganso. Este hecho demuestra de manera incontrovertible que la alopecia y hacer el ganso son problemas hereditarios. Esa noche negra del 74 aquel padre tuvo que llevar a la cama en brazos por última vez en su vida a su hijo porque estaba hecho un mar de lágrimas. Se quedó con él acompañándolo hasta que el sueño venció su llanto sin consuelo.
Ese niño, como ya habrán imaginado, era yo.
Aquel nefasto partido de alguna manera significó el comienzo de un camino hacia el desastre. A partir de entonces comenzó a destruirse de manera gradual y lenta pero constante toda la grandeza adquirida en los setenta años anteriores.
Ganamos algunas cosas, pocas, perdimos otras, muchas, y terminamos finalmente en la segunda división. En el palco se sentó un médico chiflado, un constructor fascista, un veterinario amante de los caballos y ahora, un señor muy aparente. Entre todos ellos contribuyeron a hacernos lo que ahora somos. Lo que nunca habíamos sido, lo que nunca quisimos ser, una medianía.
Y eso es algo a lo que los que vimos aquella final no podemos resignarnos. Porque somos los que pensamos que la rebeldía frente al poderoso es algo necesario. Somos los que creemos que ganar siempre no es preciso si hay que sacrificar alguna convicción irrenunciable. Somos los que estamos seguros de que es más divertido no optar por lo fácil, por la soberbia del que todo lo gana, por el éxito del blanco impuro. Somos los que no nos importa saltarnos las primeras doce páginas del diario deportivo. Pero no olviden que nos gusta ganar, que es a lo que estábamos acostumbrados hasta aquella noche del 74.
Por ello, en la final de Hamburgo del pasado mes de mayo, los que vivimos los tiempos anteriores a aquella noche fatídica, nos volvimos a reconocer como lo que fuimos. Los que sabemos que para ser los mejores no es necesario tener más copas en la vitrina, los que nos sentimos envidiados por nuestra impostura. Los que vamos a un concierto de Sabina y nos perdemos la ópera.
De manera que el pasado 12 de mayo me desperté con la mejor de mis sonrisas y cuál fue mi sorpresa al constatar que a mi lado no estaba mi santa costilla que tanto me sufre y tanto le debo, en su lugar me encontré un simpático negrito zambo con el culo gordo que al andar parecía bailar una samba, al mirarlo fijamente me di cuenta que era Luiz Pereira. Estupefacto descubrí a los pies de mi cama a Caminero sentando a Nadal en el suelo con un regate maravilloso, y frente al espejo estaba Gárate, en persona, lo juro, vestido de frac. Me asomé al baño y me encontré a Futre marcándole a Buyo un gol por la escuadra. En el pasillo corrían Adelardo, Simeone, Arteche y Panadero Díaz gritando lo de “¡¡¡Aplasta, Arteche!!!” como un solo hombre, no sé muy bien dónde iban con tanta prisa. Ahora lo sé, corrían detrás de Guruceta, que descanse en paz, qué más en paz descansamos los atléticos sin él. En una esquina descubrí a una señora golpeando con un zapato en la cabeza a Álvarez Margüenda, en otra a Leivinha enseñando al mísmisimo Cruyff a hacer bicicletas. Ya en la cocina estaba el Ratón Ayala marcándole un gol al Independiente de Avellaneda. En la despensa descubrí a Becerra abofeteando al maldito Urrestarazu mientras que Luis y Ovejero aplaudían.
En fin, mi casa estaba llena de gente, debía de ser un presagio. “Todo esto lo he vivido y no me sale de los cojones olvidarlo” fue lo que pensé. Quizás por eso estaban todos esos en mi casa.
El caso es que tras esta extraña aparición, volví a mis cabales y me coloqué mis famosos calzoncillos de la suerte colchonera. Y me dispuse, como buen atlético, a pasar un día de risas. Los atléticos siempre nos reímos mucho el día de una final.
Preparé con mimo las camisetas rojiblancas de la suerte colchonera para mi costilla y mis hijas mientras canturreaba aquello del sufrido atletista. Cociné la tortilla de patatas de la suerte colchonera y a la una de la tarde me bebí la cerveza, Mahou, de la suerte colchonera. Como Dios manda.
Besé a mi costilla y a mis hijas con el beso de la suerte colchonera y realicé todos los actos de la suerte colchonera que un buen atlético debe realizar. Un par de horas antes del partido me coloqué la camiseta interior que me regaló mi madre un día que le ganamos al Santander de chiripa en el último minuto. Me puse los pantaloncillos que llevaba el día del doblete, pero me los tuve que quitar porque explotaron. Será por la cantidad de cervezas de la suerte colchonera consumidas desde entonces. Escondí en lo más profundo del armario la bufanda de la final de copa contra el Espanyol y me puse los calcetines que me regalo mi suegra que tanta suerte colchonera atraen. En un momento de ofuscación prometí solemnemente a la Virgen rojiblanca subir a coscoletas hasta la Cresta del Gallo a Eduardo Punset (callado) si el Atleti ganaba, pero retiré inmediatamente tal promesa peregrina por ser inconsistente con mis creencias colchoneras.
Llegado ese momento mis hijas me miraban con la ilusión que tienen los niños al descubrir un loco en su casa y mi costilla con la mirada de espanto de la suerte colchonera que tanto me gusta.
El caso es que la noche del 12 de mayo el Atleti volvió a ser quien fue y quien nunca debió dejar de ser. Y todos aquellos que estuvieron riendo durante todo el día, curiosamente lloraron cuando Antonio López levantó la copa.
Yo no lloré. No lloré porque al igual que aquella noche del 74, seguro que mi padre estuvo viendo elpartido conmigo por si me tenía que llevar otra vez en brazos a la cama llorando. Aunque vosotros no pudierais verle.

martes, 7 de septiembre de 2010

De héroes y vermú


Tras unos meses de reflexión he decidido regresar, para calentar motores una de historia.
No cabe duda de que Winston Churchill es uno de los más admirados políticos del pasado siglo. Siempre le he tenido especial simpatía por poner en su sitio a determinados personajes. Y no hablo de Hitler.
Bernard Law Montgomery fue un distinguido general británico que estuvo al mando durante la II guerra mundial del VIII ejército británico, que combatió en el norte de África. Fueron conocidos como las Ratas del Desierto.
Montgomery fue un esforzado general, con grandes dotes de organización, disciplinado hasta el aburrimiento, religioso como pocos. También fue un pedante insoportable, su proverbial modestia era un suplicio para la mayoría de los que lo conocieron y sin duda era un desastre como militar. Su capacidad estratégica era comparable a las de las hienas del desierto que tanto amaba. Jamás presentó batalla sin estar seguro de poseer una incuestionable superioridad numérica. Aún así perdió la más importante de todas.
Organizó y dirigió la desastrosa operación Market Garden en Holanda buscando la entrada de las tropas aliadas a Alemania. A partir de aquel día Eisenhower lo consideró un perfecto imbécil, a pesar de ser un héroe nacional británico. Winston Churchill, bastante más perspicaz que Eisenhower,  estaba convencido de la estupidez de este individuo desde mucho antes.
Montgomery estaba considerado uno de los grandes héroes de la II Guerra Mundial por vencer a Rommel en la batalla de El-Alamein, frenando definitivamente al ejército nazi en el norte de África.
Erwin Johannes Eugen Rommel estaba al mando del Afrika Korps en aquella batalla de 1942. Era conocido como el Zorro del Desierto. Fue un enorme militar alemán, que no nazi. Rommel nunca estuvo afiliado al partido nazi.  Sus dotes de mando, su carisma y estrategia eran admiradas en ambos bandos.
También era un patriota, a su antigua manera. Odiaba a los nazis, sobre todo a Hitler al que conocía bien al haber sido su jefe de seguridad al comienzo de la guerra. Poco a poco fue entendiendo que Hitler estaba llevando a Alemania al abismo de la derrota total y comprendió que su deber de patriota era pararlo. En julio de 1944 participó en una conspiración para eliminar a Hitler, que fracasó. Unos días antes de que un conspirador intentase matar a Hitler con una bomba, Rommel resulto herido muy grave en un ataque aéreo de la RAF. Estando convaleciente se suicidó para proteger a su familia ante las investigaciones de la Gestapo que le involucraban en el atentado.
Rommel fue también un hombre de honor,  jamás cumplió la orden de Hitler en 1942 de ejecutar a todos los comandos aliados capturados. En la batalla de El-Alamein se insubordinó de manera flagrante y evacuó sus tropas antes de que fueran masacradas por un enemigo superior, desobedeciendo la orden directa de Hitler de resistir a cualquier precio.
En aquella batalla de El-Alamein Montgomery tenía un ejército que triplicaba en número al del Eje y mucho más equipado. Además los aliados habían conseguido descifrar las comunicaciones  secretas alemanas y habían cortado la línea de suministros por mar.
Por si fuese poco, Rommel se encontraba en Austria recuperándose de un balazo. Montgomery, valeroso, decidió que era el momento de atacar con su estrategia favorita y única: el aplastamiento. A los cinco minutos de comenzar el ataque el comandante alemán en funciones, un tal Stumme, murió del susto. Aun así los alemanes resistieron y le dio tiempo a regresar a Rommel.
Tras tan heroica victoria, Montgomery fue recibido en Londres con honores y la multitud salió a las calles y se le organizó un homenaje. En su discurso, sin duda en la emoción del momento, olvidó su insoportable falsa modestia y dijo: “no fumo, no bebo, no prevarico y soy un héroe”.
Churchill no se pudo reprimir y le respondió en su propio discurso: “yo fumo, bebo y prevarico y soy su jefe”.
Curiosamente estos tres personajes tan dispares tenían algunas cosas en común. Todos ellos tenían un doble para protegerse de atentados y despistar al enemigo sobre su verdadera ubicación. Y la más importante: eran aficionados al Dry Martini. Rommel siempre fue un amante de la ortodoxia, lo tomaba de la manera clásica de la época: seis partes de ginebra y cuatro de vermut. Seco, por supuesto. Montgomery que como sabemos no entraba en combate sin estar en incuestionable superioridad numérica, prefería 15 partes de ginebra por una de vermut. Wiston Churchill, hombre poco amigo de bromas que no fuesen las propias, se atizaba un vaso de ginebra mirando la botella de vermut.
Estos tres, cada uno a su manera, más o menos admirable o más o menos discutible, se vestían por los pies. Cada uno de ellos peleó de alguna forma con los otros dos. El caso es que, aunque sin duda Churchill y Rommel gozan de relativa y controvertida buena fama en sus respectivos países, el único que es considerado como un verdadero héroe es el bueno de Montgomery.
Seguro que ustedes tienen un cuñado que le añade al Martini dulce un chorrito de ginebra y se dice amante del Dry Martini. Mariquita.

lunes, 29 de marzo de 2010

"No me gusta que a los toros te pongas la minifarda" (Manolo Escobar)


Estados Unidos, 1919, un grupo de señoras con cara de malas pulgas abogan por la prohibición del alcohol enarbolando una pancarta con el siguiente mensaje: “AQUELLOS LABIOS QUE PRUEBEN EL ALCOHOL NO PROBARÁN LOS NUESTROS”. Después de ver el palmito de las manifestantes cuesta creer que tuviesen éxito en su reclamación, salvo que proveyeran a sus maridos de alguna otra sustancia de efectos más poderosos que el bourbon. Sospecho que muchos de sus maridos se darían a la bebida alegres sin considerar las consecuencias de su acción.

A mí no me gustan los toros. Ni mucho ni nada. No los aguanto y me parecen desagradables. Los únicos toreros que me caen simpáticos son los muertos, los del agüita amarilla, digo. Los demás son unos pelmazos del marujeo. Por supuesto no considero arte el toreo, ni mucho menos a los toreros artistas, ni a las folclóricas con las que se casan, pero eso es otra historia. Antes de asistir a una corrida de toros me encontrarán ustedes comiéndome un plato de coliflor hervida.

En resumen, consideraría un síntoma de madurez de la sociedad española que por su propia voluntad dejase de asistir a ese espectáculo desagradable y lamentable. Como considero un síntoma de madurez que la mayor parte de la sociedad española le divierta descojonarse de Aznar cada vez que se suelta la melena. También sería un síntoma de madurez de la sociedad española abofetear al cantante de Revólver cuando nos lo crucemos por la calle, pero no creo que lleguemos a tanta evolución social.

El toro bravo no es una especie animal en sí misma, ni siquiera es una raza de toro. El toro bravo es el macho de nuestra querida vaca doméstica Bos Taurus. La vaca de la que sale la leche y de la leche sale el queso y del queso los quesitos que tanto nos gustan. Por lo tanto tampoco es un toro salvaje. Los toros salvajes se llaman búfalos, y si ustedes colocan al Cordobés delante de un búfalo, pueden imaginar dónde acabarían el torero, el capote, el sombrerito, la coleta y el culito apretado.

Los toros bravos por lo tanto son animales domésticos. No son de raza pura, son producto del mestizaje entre diferentes razas de vacas algo así como los perros callejeros. Se seleccionan los individuos más agresivos, como los perros callejeros asilvestrados. La selección la llaman tienta, por cierto. Y de esa manera tenemos quinientos kilos de torito doméstico arisco que podemos enfurecer con cierta facilidad.

No me gustan las organizaciones secretas, no me gustan las organizaciones opacas, no me gusta el Opus Dei en particular, no me gusta en general la Iglesia católica, no me gusta la tesorería de los partidos políticos en general y la del PP en particular. Y no me gusta el mundillo que rodea a los toros por la misma razón. Nunca se ha podido hacer un reportaje claro y transparente de lo que pasa con los toros desde que los sacan de la dehesa hasta cuando salen a la plaza. Y me gustaría saberlo. Me gustaría saber porqué cuando sale de la dehesa el toro está tranquilo y cuando salta a la plaza está terriblemente excitado y asustado. Por lo que me cuentan, creo que es mejor que no lo sepamos ni ustedes ni yo.

Uno de los pocos españoles que merecen que guardemos silencio y escuchemos cuando habla, Fernando Savater, se ha pronunciado en contra de la prohibición de la mal llamada fiesta nacional. La fiesta nacional, que yo sepa, es irnos de cañas. Yo, que con ser del atleti tengo agotada mi cuota de originalidad, suscribo su postura y luego me voy de cañas a celebrarlo.

Tengo el convencimiento, como muchos otros, de que prohibiciones, cuantas menos, mejor. Pero también veo que en este país de sibilina inteligencia, o se prohíben algunas cosas o cualquier cenutrio de los que nos acompañan en nuestro diario sinvivir nos come a bocados. Por ello veo bien que se prohíba el fumeteo en lugares públicos, puesto que aunque hay un porcentaje elevado de fumadores muy educados y corteses, hay otros muchos que son capaces de fumarse la alfombra en un hospital de tuberculosos lleno de niños en el caso de que estuviese permitido.

También sería necesario regular los ruidos de forma efectiva y para todos. Incluidos los ayuntamientos, los cañonazos del día de las fuerzas armadas y los coches que anuncian muertos en mi pueblo. Y se debe prohibir hacer caca y pipí en mi portería cuando los hijos del vecino llegan chuzos como lechuzos. También soy de la opinión de prohibir el raeggetón y los dúos con un cantante latino por medio, pero eso lo considero ya excesivo para el aguante de nuestra España.

También se debería prohibir a Sin Labios y a la Niña de los Calcetines hablar sobre los toros, pero es superior a sus fuerzas. Politizar los toros es lo que nos faltaba. Hay tontos y tontos. Lo de estos dos no tiene precio.

Pero los toros simplemente creo que deben dejarse como están. Se debería exigir más transparencia y evitar su difusión televisiva en horario diferente al de las películas porno. Y ya está. Supongo que con eso sería bastante para que unos años la gente pierda el interés por los toros. Igual se enganchan al porno duro, pero eso sería un mal menor.

miércoles, 10 de marzo de 2010

El insensato iluminado y el necio confuso

Ustedes, como yo, estarán hasta las mismas narices de La Crisis. La Crisis ha llegado para instalarse definitivamente en nuestras vidas, y, en lo posible nos las va volviendo, nuestras vidas digo, paulatinamente más insoportables. Porque La Crisis es como el Opus, se va adueñando poco a poco de nuestro espíritu y acabamos desquiciados, incapaces de pensar en otra cosa que no sea La Crisis.

La Crisis, por tanto, es nuestra realidad, no es que pertenezca a nuestro entorno, no, es que se ha adueñado de él. Ya no podemos hacer nada sin referirlo a La Crisis. Nos ha hecho prisioneros para siempre.

La Crisis la idearon en Estados Unidos unos desalmados y unos imbéciles a base de venderse unos a otras cosas aún por determinar con un valor mucho menor del que pagaban y también mucho menor del que otros desalmados mucho más imbéciles estaban dispuestos a pagar. Esos desalmados e imbéciles tienen nombre y apellidos, son los dirigentes de los bancos y entes financieros norteamericanos.

Los europeos, que a la hora de hacer el panoli no nos gana nadie, por eso pusimos nuestra capital política en Bélgica, imitamos el negocio americano a nuestra manera, pero sin duda los alumnos más aventajados fuimos los españoles y los islandeses. Me refiero por supuesto a los bancos españoles e islandeses.

Y ustedes, con gran perspicacia, se preguntarán ¿y quién vigila a los bancos y entes financieros para que no sean desalmados o imbéciles o ambas cosas? Ustedes y yo sabemos perfectamente quienes son esos pajarracos.

En España y en Islandia los políticos se caracterizan por tener únicamente dos neuronas, una que les permite hacer caca y otra que les facilita hacer política. Eso es terrible porque normalmente hacen ambas cosas simultáneamente y la cagan haciendo política. Otros tienen una tercera neurona que les faculta para trincar lo que es de ustedes y mío, a la vez que hacen política cagándola, pero esos ya no son políticos de verdad. Son otra cosa diferente.

El paradigma del político español, bien podría ser islandés, que solamente sabe hacer dos cosas a la par, lo representan, como no podía ser de otra forma, Zapatero y Rajoy. Zapatero es una persona que vive permanentemente asustado. Es comprensible en alguien que convive con dos hijas góticas y un poco jorobadillas. Cruzarse con ellas en un pasillo oscuro en La Moncloa debe ser espeluznante.

Rajoy no se asusta, pero sobre todo no se asusta porque no llega al nivel mental en el que algunas cosas provocan susto. Rajoy es confuso y tiene la molesta costumbre de confundirnos a todos nosotros en las cosas más absurdas.

George Bush Hijo, ideó un maquiavélico plan cuando La Crisis le cayó encima como una torre gemela cualquiera. No se si recordarán ustedes cuando a George Bush Hijo se le apareció Dios en sueños, o eso fue lo que nos contó, y le ordenó invadir Irak y todo el mundo lo consideró juicioso. Sin duda envalentonado por este singular hecho, se convenció de que si colaba lo de la revelación divina, podría colar una mucho más gorda.

George Bush Hijo decidió que lo más sensato era trasladar a los contribuyentes americanos la enorme pifia generada por los desalmados y los imbéciles y que los que ustedes y yo sabemos habían permitido. Pero lo más asombroso es que dispuso que había que cuidar que los desalmados y los imbéciles, eso sí, sufrieran lo menos posible La Crisis que ellos mismos habían desencadenado. Y no contento con ello les entregó sumas ingentes de dinero de los sufridos contribuyentes americanos. Ese dinero se sustrajo de cosas insignificantes principalmente educación y sanidad. Y le coló, porque los americanos tienen unas tragaderas formidables.

Rápidamente en España, y supongo que en Islandia también, los políticos se pusieron a practicar sus dos habilidades más significativas, hacer política y cagarla, y curiosamente, nuestros dos representantes más eminentes llegaron ambos, cada uno por su lado y a su manera, a la conclusión de que el plan de George Bush Hijo era el idóneo. Estupefactos y gozosos, los desalmados y los imbéciles bancos españoles e islandeses, brincaron de alegría y se apresuraron a pedirnos dinero a los contribuyentes españoles e islandeses, tal como les aconsejaban nuestros mandatarios. El resultado ya lo conocen ustedes, se les han entregado fabulosas cantidades de dinero, nadie sabe dóde está, porque se niegan obstinadamente a ponerlo en el mercado y conceder crédito. Como es de rigor, sin dinero en el mercado, el empleo se desploma.

Nuestros mandatarios se dispusieron entonces a vendernos la moto. Y nos presentaron a un pelotón de expertos chiflados que pretendían hacernos ver blanco lo que es negro. Y sobre todo aspiraban a convencernos de que entregarles nuestro dinero a los desalmados y los imbéciles que lo habían perdido haciendo el ganso, y de paso nos habían endosado La Crisis, es una estupenda decisión. Y que cualquier otra solución nos traería el caos, el desastre y la desolación.

Zapatero, asustado, en un momento de inspiración, utilizó al necio de Rajoy para que se emplease a fondo con la gente y la confusión llegó a nuestras vidas. Después de escuchar un rato a Rajoy no sabíamos si la ocurrencia de Zapatero de darle todo nuestro dinero a los bancos para que siguieran haciendo lo que les pareciese oportuno, era una buena idea, una mala idea o las dos cosas a la vez.

Nosotros que somos españoles o islandeses, da igual, al final, nos lo hemos comido con patatas. Y no ha pasado nada. Ahora, el insensato Zapatero se desternilla de risa cuando ve al necio Rajoy organizando manifestaciones del aborto o de cualquier otra idiotez. Mientras tanto él nos ha clavado el estoque hasta la bola, igualito que George Bush Hijo a los americanos. Y nosotros sin rechistar, no hemos dicho ni mu. Luego, Zapatero comienza a temblar de imaginar cruzarse por el pasillo con alguna de sus hijas como botijas que tiene. A mí me pasaría lo mismo. Ojalá se lleve un susto de muerte.

Así nos luce el pelo.

jueves, 4 de marzo de 2010

Pastores de ratas en zapatillas

Aquí al lado pueden observar la disposición exacta que deben mantener las zapatillas de mi hija mayor, que tiene como ya saben tres años, todas las noches cuando se acuesta.

En el caso de despertarse por la noche, o ya en la mañana, lo que sucede las menos de las veces, y observar que alguna malvada zapatilla se ha movido del cuadradito que tiene asignado, la tragedia llega a nuestro hogar. Inmediatamente se monta una carga de fusileros que recorre el pasillo de mi casa hasta dónde dormimos plácidamente mi santa costilla, mi no menos santa hija pequeña y un servidor de ustedes que no tiene nada de santo. No me cabe ninguna duda de que todo el edificio se despierta asustado con semejante jaleo, yo mismo tengo la tentación de meterme debajo de la cama. Parece mentira que una niñita pueda organizar tal revuelo en un momento. Y todo porque algún insensato, o sea, yo mismo, ha movido sin darse cuanta la dichosa zapatilla y la ha sacado del cuadradito que tiene asignado por el ser superior, o sea, mi hija mayor.

Mi costilla, que no me la merezco, con gran experiencia y mano izquierda en el manejo de fusileros enfurecidos, consigue aplacar la revuelta antes de que se forme el pelotón de fusilamiento compuesto por dos barbies y un gato Hello Kitty que habla y me ajusticien sin compasión ni juicio previo.

Yo que, como también saben ustedes, soy de natural ingenuo, como buen atlético, siempre pienso que estas manías se pasan con la edad, pero después de escuchar y observar a algunas personas comienzo a tener serias dudas de lo que pasará en un futuro.

A José Bono nunca le he profesado afecto ni desafecto, siempre he dudado si es un folclórico intruso que se ha hecho político, o un político intruso que se ha hecho folclórico. Pero desde hace unas semanas me ha ganado para su causa. Desde que el singular portavoz de la Conferencia Episcopal lo excomulgó alegremente.

Monseñor Martínez Camino es un miserable, y como todos los miserables es también cobarde. Monseñor Camino excomulga a Bono, que por cierto tiene más aspecto de cura que el propio monseñor, por votar a favor de una ley que según su conciencia va a evitar abortos. Lo excomulga en realidad por ser socialista. Pero Monseñor Camino no tiene coraje para excomulgar al Rey por sancionar la misma Ley. Porque Monseñor Camino es perverso y sabe que los españoles de bien se enfadan si alguien insulta al Rey o a Fernando Alonso. Porque el Rey y Fernando Alonso son gilipollas pero son Nuestros propios Gilipollas. Porque Monseñor Camino es el depositario de la Única y Verdadera Moral.

Si el estado no está legitimado para enseñar moral, supongo que la Iglesia mucho menos, pero Monseñor Camino no está de acuerdo con nada y mucho menos con la asignatura de Educación para la Ciudadanía que según él pretende enseñar moral a nuestros hijos. Según Monseñor Camino los únicos capacitados para enseñar moral a nuestros hijos son ellos, claro, y por eso monta cíclicamente unos hermosos pollos y saca a su rebaño, de borregos por supuesto, a protestar airadamente contra los rojos. Estoy seguro que Monseñor Camino alistaría al mismísimo Jesús de Nazaret en Nuevas Generaciones si se le ocurriese volver por aquí.

Desde que comenzaron a destaparse en la iglesia católica los escándalos por abusos sexuales a niños, jamás he visto a la Iglesia denunciar a alguno de sus curas depravados. En muchas ocasiones la Iglesia tiene conocimiento de los abusos antes que la justicia. Siempre intentan esconderlo, ocultarlo mandando al cura a otro sitio, donde vuelve por supuesto a cometer abusos y en algún momento se destapa todo el pastel. Yo, de natural ingenuo, como buen atlético, me pregunto si será esa la moral que Monseñor Camino quiere enseñar a nuestros hijos.

Estados Unidos de los pocos lugares del mundo donde el que la hace la paga, pero si tiene mucho dinero la puede pagar con la visa oro. En 2007, la Iglesia Católica pagó 660 millones de dólares para evitar un juicio por abusos sexuales realizados por 113 curas únicamente de California. Ojo, no fue para contentar a las víctimas como pretenden ahora, sino para evitar el juicio a los abusadores y que fueran a la cárcel. Con ese dinero se podría escolarizar a todos los niños de Guatemala que no lo están, que son más de la mitad. Yo, de natural ingenuo, como buen atlético, me pregunto si será esa la moral que Monseñor Camino quiere enseñar a nuestros hijos.

Más cercano. En 2005, 17 obispos españoles acudieron a una manifestación contra la nueva ley que reconoce el matrimonio CIVIL homosexual. Acompañados por su rebaño de borregos, claro está. Según ellos el matrimonio homosexual es una amenaza para la familia, y salieron a la calle a defender a la abuela, que ya no está para esas cosas. Exactamente dos semanas después de aquella marcha, estaba convocada otra manifestación en apoyo a la lucha contra la pobreza convocada por multitud de ONG´s y organismos internacionales. Solo acudió un obispo, el de Logroño, Dios lo bendiga. Yo, de natural ingenuo, como buen atlético, me pregunto si será esa la moral que Monseñor Camino quiere enseñar a nuestros hijos.

Más cercano aún. No sé si ustedes recuerdan a nuestro anterior obispo, el ladrón José Antonio Reig Plá. Este delincuente con mitra, cuando era obispo de Segorbe-Castellón invirtió todo el dinero del obispado en la bolsa, asesorado un amiguete del Opus, presidente del colegio de economistas y el presidente de la Cámara de Comercio castellonense de la misma asociación benéfica. Dos linces.Con una visión fuera de lo común para los negocios apostó por el negocio inmobiliario unos meses antes de que estallara la burbuja, y perdió hasta la casulla. Como dejó al obispado a dos velas, les dijo a sus curitas de a pie que se cobrasen el sueldo de los cepillos de las iglesias. Con un par. Uno de esos curitas, llamado Caselles de apellido, escribió una carta al diario El Mundo denunciando la situación. Fue enviado rápidamente a evangelizar a los indios de la Chimpampa. El obispo explicó que lo había enviado a estudiar, y no sorprendentemente no se le cayó la cara al suelo de verguenza. Como premio a tanto disparate, a Reig Plá nos lo mandaron a Murcia, dónde siguió haciendo de las suyas. Yo, de natural ingenuo, como buen atlético, me pregunto si será esa la moral que Monseñor Camino quiere enseñar a nuestros hijos.

Para no extenderme demasiado, le diría a José Bono que no se preocupe, que Monseñor Camino seguro que tiene ya reservado un lugar de preferencia en el infierno ese en el que ellos creen.

A mí lo que de verdad me gustaría sería mover de su sitio las zapatillas de Monseñor Camino, para que cuando se levante enfurecido, poderle enseñar el dedo corazón.

lunes, 1 de marzo de 2010

El hombre que comía demasiada sobrasada

En esta nuestra comunidad autónoma, nos gobierna con puño de hierro desde hace lustros un curioso individuo llamado Sin Labios. Me he expresado mal, Sin Labios no es en absoluto un sujeto curioso, en realidad es más simple que el mecanismo del botijo, lo realmente curioso y sorprendente es que lleve en el poder tantísimo tiempo y continúe obteniendo registros de mayoría absoluta en todas y cada una de las elecciones que se van sucediendo.

La lista de tropelías, estupideces, gansadas y delitos cometidos por Sin Labios y sus colaboradores tiende al infinito como una función logarítmica. Aquí hemos visto consejeros esposados por la policía, sentencias judiciales variadas contra ayuntamientos y comunidad, destrucción compulsiva de espacios naturales y costas, más sentencias judiciales, alcaldes encarcelados, mafiosos con fincas asombrosas…

La inteligencia, como les digo, no se encuentra entre las innumerables gracias que adornan a Sin Labios. Consecuentemente se ha rodeado de un disparatado equipo de completos inútiles y algunos ladrones. Les puede parecer una exageración, pero les aseguro que Sin Labios es un completo cretino. Así nos van las cosas.

Hay que reconocerle algunos méritos, como tener una voz de locutor deportivo, lo que provoca que cuando Sin Labios suelta alguno de sus inopinados disparates, la peña crea haber escuchado “Amancio pasa a Pirri y Pirri marca un gol”, tras lo cual gritan exultantes de alegría coreando el nombre de nuestro Presidente.

Sin Labios es campechano como ninguno, come morcillas como el que más el día del bando vestido de huertano. Tiene una sonrisa bobalicona que saca a relucir a la menor ocasión, ya sea por que se acerca un niño o saluda al Rey de España. Sin Labios se entristece cuando pierde el Real Murcia, y se alegra cuando luce el sol. Sin Labios va a misa los domingos. Sin Labios no se cree que el litoral murciano esté hecho un asco, será por que veranea en el alicantino. Sin labios quiere a todos los murcianos como si fueran hijos suyos, Sin Labios es una buena persona. Pero Sin Labios es imbécil, y eso que es muy peligroso cuando se le da un pito y una gorra, imagínense como será de peligroso cuando maneja verdadero poder.

Sin Labios tiene la costumbre de arreglar los agujeros con socavones, permite que los problemas se conviertan en verdaderamente irresolubles para no tener que solucionarlos. Sin Labios además tiene por costumbre presentar lo que hacen los demás como si lo hubiese realizado él, por el simple hecho de encontrarse en sus dominios. A Sin Labios le encanta jorobar al delegado del gobierno e inaugura obras del gobierno central como si las hubiese pagado él de su bolsillo.


Otro de los méritos de Sin Labios es haber convencido a la gente de que nos quieren robar el agua que indudablemente nos corresponde y ha conseguido crear un verdadero estado de pánico y crispación respecto al tema. Sin Labios en un devoto del refranero y sabe que le beneficia el río revuelto. Así, le beneficia la estúpida y sin fundamento guerra del agua, le benefició la inesperada victoria de Zapatero tras los atentados de Madrid e incluso le beneficia el impagable espectáculo de su partido en Valencia y Madrid. Sin Labios cuando le preguntan sobre nuestros vecinos del norte, responde cualquier felonía, pero con su voz de locutor deportivo parece decir: “en Mestalla pierden cuatro a cero, y ahí siguen el entrenador y la niña de los bolsos”.

Y, claro, ustedes se preguntarán, - ¿cómo es posible que siendo tan tonto, lleve la friolera de quince años en el poder y nadie se haya dado cuenta? -. A eso vamos, hay varias razones que provocan que este sujeto se mantenga en la poltrona sin sobresaltos.

Dijo Einstein que solamente hay dos cosas infinitas, la estupidez humana y el universo, pero de lo segundo nunca estuvo totalmente seguro. No existen razones de peso que nos hagan pensar que la inteligencia media de la sociedad murciana difiera en mucho de la del resto de la humanidad. Así que hay que achacarnos a los murcianos la parte alícuota de responsabilidad que nos corresponde.

Pero, una vez aceptada nuestra parte solidaria de culpa, creo que el principal responsable de la permanencia de Sin Labios en nuestro palacio es el personaje al que va dedicado este post.

El Hombre que Come Demasiada Sobrasada, no es tonto, o al menos yo no lo tengo por tal, es un terrible pelmazo, es muy pesado, más que el papa Benedicto cantando canciones de Leonard Cohen. Pero esto, siendo desagradable, no es un problema grave. El número de pelmas que hacen carrera política es infinito, no son necesarios ejemplos.

El principal problema del Hombre que Come Demasiada Sobrasada es que no es simpático, es más, el Hombre que Come Demasiada Sobrasada es muy antipático. Además él no lo sabe. Lo que empeora mucho la situación.

El Hombre que Come Demasiada Sobrasada es insufrible, y lo peor es que se cree gracioso y ocurrente. Es un hombrecillo enjuto, Dios sabrá dónde mete la cantidad de sobrasada que trasiega, y como es un antipático de tomo y lomo, Sin Labios se aprovecha. Porque Sin Labios es tonto, pero no gilipollas. Cuando El Hombre que Come demasiada Sobrasada profiere uno de sus  chascarrillos, más que ridiculizar a Sin Labios, le da pie a que le responda con la voz del mismísimo Manolo Lama, “ ¡¡¡ A la calle, expulsado por pesao!!!!”. Y la peña se descojona, claro. Y así un día tras otro.

Si a ustedes les dan a elegir como presidente de su comunidad de vecinos entre Cristiano Ronaldo, tan rico, chulo y prepotente, o Ramón García, tan entrañable, familiar y tontorrón. ¿Cuál elegirían?.
 Yo también.
Además, si nos aburrimos podemos jugar a la vaca penalti en el descansillo de la escalera.

No me extraña en absoluto que el tercero en discordia se diera a la bebida.