miércoles, 10 de marzo de 2010

El insensato iluminado y el necio confuso

Ustedes, como yo, estarán hasta las mismas narices de La Crisis. La Crisis ha llegado para instalarse definitivamente en nuestras vidas, y, en lo posible nos las va volviendo, nuestras vidas digo, paulatinamente más insoportables. Porque La Crisis es como el Opus, se va adueñando poco a poco de nuestro espíritu y acabamos desquiciados, incapaces de pensar en otra cosa que no sea La Crisis.

La Crisis, por tanto, es nuestra realidad, no es que pertenezca a nuestro entorno, no, es que se ha adueñado de él. Ya no podemos hacer nada sin referirlo a La Crisis. Nos ha hecho prisioneros para siempre.

La Crisis la idearon en Estados Unidos unos desalmados y unos imbéciles a base de venderse unos a otras cosas aún por determinar con un valor mucho menor del que pagaban y también mucho menor del que otros desalmados mucho más imbéciles estaban dispuestos a pagar. Esos desalmados e imbéciles tienen nombre y apellidos, son los dirigentes de los bancos y entes financieros norteamericanos.

Los europeos, que a la hora de hacer el panoli no nos gana nadie, por eso pusimos nuestra capital política en Bélgica, imitamos el negocio americano a nuestra manera, pero sin duda los alumnos más aventajados fuimos los españoles y los islandeses. Me refiero por supuesto a los bancos españoles e islandeses.

Y ustedes, con gran perspicacia, se preguntarán ¿y quién vigila a los bancos y entes financieros para que no sean desalmados o imbéciles o ambas cosas? Ustedes y yo sabemos perfectamente quienes son esos pajarracos.

En España y en Islandia los políticos se caracterizan por tener únicamente dos neuronas, una que les permite hacer caca y otra que les facilita hacer política. Eso es terrible porque normalmente hacen ambas cosas simultáneamente y la cagan haciendo política. Otros tienen una tercera neurona que les faculta para trincar lo que es de ustedes y mío, a la vez que hacen política cagándola, pero esos ya no son políticos de verdad. Son otra cosa diferente.

El paradigma del político español, bien podría ser islandés, que solamente sabe hacer dos cosas a la par, lo representan, como no podía ser de otra forma, Zapatero y Rajoy. Zapatero es una persona que vive permanentemente asustado. Es comprensible en alguien que convive con dos hijas góticas y un poco jorobadillas. Cruzarse con ellas en un pasillo oscuro en La Moncloa debe ser espeluznante.

Rajoy no se asusta, pero sobre todo no se asusta porque no llega al nivel mental en el que algunas cosas provocan susto. Rajoy es confuso y tiene la molesta costumbre de confundirnos a todos nosotros en las cosas más absurdas.

George Bush Hijo, ideó un maquiavélico plan cuando La Crisis le cayó encima como una torre gemela cualquiera. No se si recordarán ustedes cuando a George Bush Hijo se le apareció Dios en sueños, o eso fue lo que nos contó, y le ordenó invadir Irak y todo el mundo lo consideró juicioso. Sin duda envalentonado por este singular hecho, se convenció de que si colaba lo de la revelación divina, podría colar una mucho más gorda.

George Bush Hijo decidió que lo más sensato era trasladar a los contribuyentes americanos la enorme pifia generada por los desalmados y los imbéciles y que los que ustedes y yo sabemos habían permitido. Pero lo más asombroso es que dispuso que había que cuidar que los desalmados y los imbéciles, eso sí, sufrieran lo menos posible La Crisis que ellos mismos habían desencadenado. Y no contento con ello les entregó sumas ingentes de dinero de los sufridos contribuyentes americanos. Ese dinero se sustrajo de cosas insignificantes principalmente educación y sanidad. Y le coló, porque los americanos tienen unas tragaderas formidables.

Rápidamente en España, y supongo que en Islandia también, los políticos se pusieron a practicar sus dos habilidades más significativas, hacer política y cagarla, y curiosamente, nuestros dos representantes más eminentes llegaron ambos, cada uno por su lado y a su manera, a la conclusión de que el plan de George Bush Hijo era el idóneo. Estupefactos y gozosos, los desalmados y los imbéciles bancos españoles e islandeses, brincaron de alegría y se apresuraron a pedirnos dinero a los contribuyentes españoles e islandeses, tal como les aconsejaban nuestros mandatarios. El resultado ya lo conocen ustedes, se les han entregado fabulosas cantidades de dinero, nadie sabe dóde está, porque se niegan obstinadamente a ponerlo en el mercado y conceder crédito. Como es de rigor, sin dinero en el mercado, el empleo se desploma.

Nuestros mandatarios se dispusieron entonces a vendernos la moto. Y nos presentaron a un pelotón de expertos chiflados que pretendían hacernos ver blanco lo que es negro. Y sobre todo aspiraban a convencernos de que entregarles nuestro dinero a los desalmados y los imbéciles que lo habían perdido haciendo el ganso, y de paso nos habían endosado La Crisis, es una estupenda decisión. Y que cualquier otra solución nos traería el caos, el desastre y la desolación.

Zapatero, asustado, en un momento de inspiración, utilizó al necio de Rajoy para que se emplease a fondo con la gente y la confusión llegó a nuestras vidas. Después de escuchar un rato a Rajoy no sabíamos si la ocurrencia de Zapatero de darle todo nuestro dinero a los bancos para que siguieran haciendo lo que les pareciese oportuno, era una buena idea, una mala idea o las dos cosas a la vez.

Nosotros que somos españoles o islandeses, da igual, al final, nos lo hemos comido con patatas. Y no ha pasado nada. Ahora, el insensato Zapatero se desternilla de risa cuando ve al necio Rajoy organizando manifestaciones del aborto o de cualquier otra idiotez. Mientras tanto él nos ha clavado el estoque hasta la bola, igualito que George Bush Hijo a los americanos. Y nosotros sin rechistar, no hemos dicho ni mu. Luego, Zapatero comienza a temblar de imaginar cruzarse por el pasillo con alguna de sus hijas como botijas que tiene. A mí me pasaría lo mismo. Ojalá se lleve un susto de muerte.

Así nos luce el pelo.

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